top of page
Foto del escritorWanda Kirsch

Las 5 heridas de la infancia. Sanando para ser quien verdaderamente soy

Cuando uno nace, sabe en lo más profundo de su ser el por qué ha encarnado. Nuestra alma elige a la familia y al medioambiente en donde nos desarrollaremos como un fin muy preciso: Nuestra Misión. Al llegar a este plano viviremos las experiencias una y otra vez hasta que podamos aceptarlas y amarnos a través de ellas.

Nuestro ego, nuestras creencias y nuestros miedos nos impiden ser lo que deseamos ser. Cuando en una experiencia existe la NO aceptación, los juicios, la culpabilidad, el temor, el lamento… nos convertimos en un imán para atraer a aquellas personas y circunstancias que nos hacen revivir esa misma experiencia.

Debemos de aprender a reconocer lo que nos es beneficioso y lo que no.


Vivir la experiencia en la aceptación

Cuando nos sentimos heridos, rechazados, abandonados, traicionados, humillados o tratados de manera injusta, nuestro ego nos hace creer que alguien más y no nosotros, son los culpables. En la vida no hay culpables, solo personas que sufren.

Debemos aceptar el hecho que lo que reprochamos a los demás, nosotros mismos lo hacemos a otras personas y sobretodo, nos lo hacemos a nosotros mismos.

Cuando miramos con compasión a la parte humana que sufre… los sucesos, las situaciones y las personas comienzan a transformarse.



Decir “quiero sanar” es el primer paso hacia la compasión, paciencia y tolerancia con uno mismo.


Las formas de pensar, sentir, hablar y actuar corresponden a cada herida, indican una reacción. Al reaccionar no nos centramos, de aquí la importancia de hacernos conscientes… si estamos siendo nosotros mismos o estas reaccionando. Es importante recordar que “no es lo que vives lo que te hace sufrir, sino tu interpretación de lo que vives”.


El origen de cualquier herida proviene de la incapacidad de perdonar y perdonarnos.


Amar una herida es aceptar que la creaste por algo y sobretodo,
con el objetivo de ayudarte.
Amar es aceptar al otro aún cuando no se comprende.

Al leer el contenido general sobre cada herida, recuerda que la mayoría de las personas tenemos varias, quizás te sientas identificadx con todas, varias o unas pocas… hay que tener en cuenta que éstas se expresan en diferentes grados de dolor… podemos vivir experiencias dolorosas sin que aparezca la herida.

Cuando la herida es pequeña, sólo presentarás algunas actitudes que describiré a continuación, a medida que te identifiques con una mayor cantidad de características esa herida será mas preponderante en ti, y quizás, puedas trabajar más a fondo en ella.


Las 5 Heridas emocionales de la infancia son:

1- Rechazo: significa resistir, contradecir, no admitir, denegar, mostrar oposición o desprecio.

Quien siente esta herida, siente rechazo a su derecho de existir.

Desarrollamos máscaras o caparazones para no sufrir. Al ponernos una máscara adoptamos una actitud diferente con el fin de protegernos.

El surgimiento de esta herida va desde la concepción hasta el primer año de edad. Radica en el progenitor del mismo sexo (madre sobreprotectora)

Esta herida se caracteriza en personas no apegadas a las cosas materiales, les resulta atractivo lo relacionado con la espiritualidad y el mundo intelectual. Busca la perfección y el reconocimiento de los demás ya que tiende a sentirse no valorado.

Personas solitarias, que se sienten incomprendido y buscan los diferentes medios para huir. Tienden a aislarse.

Su mayor temor: el miedo, el pánico.

Si no sanamos esta herida, más personas y circunstancias atraeremos para sentirnos rechazados o rechazar a los demás.

¿Cuándo alimentamos nuestra herida del rechazo?

Cada vez que nos consideramos nulos, incapaces, buenos para nada.

Cada vez que huimos de una situación.


2- Abandono: abandonar es apartarse, distanciarse de una persona. Es muy fácil confundir con rechazar, quien rechaza utiliza el “no quiero”, quien abandona utiliza el “no puedo”.

El surgimiento de esta herida va entre el primer y el tercer año de vida. Generalmente surge por falta de comunicación con el progenitor del mismo sexo. Carencia de muestras de afecto o del tipo de afecto deseado.

Quienes sufren la herida de abandono se consideran no queridos.

Victimismo y dependencia lo caracterizan. Necesitan sobre todo el apoyo de los demás para todo. Dificultad para la toma de decisiones, voluble emocionalmente (un día/momento triste, otro alegre). Dramatiza las situaciones para llamar la atención y siente que nunca recibe lo suficiente. Se carga de demasiadas responsabilidades que no le corresponden, a veces, desempeñando el papel de “salvador/a” con el fin de que los otros lo alaben y así sentirse importante. Dificultad para aceptar un “no” como respuesta. La emoción que los embarga es la tristeza (llanto fácil) y su mayor temor es la soledad.

¿Cuándo alimentamos nuestra herida del abandono?

Cuando abandonamos proyectos que nos interesan.

Cuando no prestamos atención de nuestras necesidades.

Cuando nos apegamos excesivamente a otros para llamar la atención.


3- Humillación: es la acción de abatir el orgullo, herir el amor propio o la dignidad de alguien. Sentirse rebajado, rebajarse o rebajar a alguien.

El surgimiento de esta herida va entre el primer y el tercer año de vida. Generalmente surge por la carencia de libertad, se siente avergonzado/a por el control del progenitor que se hizo cargo de su desarrollo físico (el tener y el hacer). Aunque generalmente es la madre, también puede ser el padre.

Quienes sufren la herida de la humillación se sienten controlados o que no tienen la libertad para actuar. La emoción que los inunda es la vergüenza, se avergüenza de si mismo o de los otros o teme avergonzar a los demás. La vergüenza es un juicio… no actuamos correctamente, la cual debemos diferenciar de la culpa, la culpa es cuando consideramos que lo que hemos hecho está mal. Una persona puede sentirse culpable sin sentir vergüenza, pero no puede tener vergüenza sin sentirse culpable.

Presenta baja autoestima, el autocastigo es la salida, se castiga creyendo que está castigando a los demás. Hipersensible, se siente “no merecedor/a”. Ignora sus necesidades priorizando la de los demás, con lo cual se crea limitaciones y obligaciones. Se hace cargo se sus culpas y la de los demás. Es importante en este punto recordar que los demás nunca nos pueden hacer sentir culpables ya que la culpa sólo procede de nuestro interior.

Su mayor temor es la libertad, pues ser libre significa ser ilimitado. Si carece de límites, teme desbordarse.

¿Cuándo alimentamos nuestra herida de la humillación?

Cuando nos infravaloramos y rebajamos.

Cuando asumimos responsabilidades que no nos pertenecen, y así nos privamos de nuestra libertad y tiempo para nosotros mismos.


4- Traición: el término que más se relaciona con la traición es la fidelidad. Ser fiel es cumplir con los compromisos, ser leal y devoto/a. Confías en una personal fiel y leal pero cuando pierdes esa confianza sufres traición.

El surgimiento de esta herida va entre el segundo y el cuarto año de vida. Generalmente surge por el temor de ser ignorados o porque el progenitor (sexo opuesto) no cumple con sus compromisos según las expectativas del niñx. Sienten apego por el progenitor del mismo sexo.

Se caracterizan por ser fuertes, responsables, se sienten importantes y especiales para demostrar que son capaces. Son ególatras y crean muchas expectativas. Son controladores para asegurarse que mantendrán sus compromisos o para garantizar que los demás los mantengan.

Opinan de manera categórica y desean convencer a los demás de ello.

Actividad mental muy intensa, dificultad para delegar, son muy exigentes, presentan muchos altibajos en los estados de ánimo, incluso pueden llegar a ser agresivos. No quieren mostrar su vulnerabilidad. Intolerantes e impacientes.

La emoción que los inunda es la negación, recibir una negativa es igual al ser traicionados.

Su mayor temor: el separarse… aunque suelen ser los que más se separan y tienen más rupturas.

¿Cuándo alimentamos nuestra herida de la traición?

Cuando nos mentimos a nosotros mismos, creyendo aquello que es falso.

Cuando nos castigamos por falta de confianza. Cuando no delegamos o cuando no disfrutamos de una situación ya que estamos controlándola.


5- Injusticia: La Justicia es la apreciación, el reconocimiento y el respeto por los derechos y el mérito de cada uno.

La persona que sufre de injusticia es la que no se siente apreciada o respetada en su justo valor o que cree no recibir lo que merece o cuando recibe más de lo que se cree merecer.

El surgimiento de esta herida va entre el cuarto y el sexto año de vida. Cuando se desarrolla la individualidad. Generalmente surge por la frialdad, autoritarismo, severidad y fuerte crítica del progenitor de mismo sexo.

Quienes sufren la herida de la injusticia sienten incapacidad de expresión y de ser el/ella mismo/a.

La reacción frente a la injusticia es deslindarse de lo que siente.

Son personas rígidas, pero sensibles que desarrollan la capacidad de no sentir esa sensibilidad y no mostrarla a los demás. Parecen frías e insensibles. Difícilmente demuestran amor y les cuesta dejarse amar.

Son perfeccionistas por su miedo a equivocarse, lo que les provoca tensión emocional. El mérito es importante, siendo muy exigentes consigo mismos (no respeta sus límites), la comparación siempre esta presente.

Siempre les falta el tiempo, pueden ser personas envidiosas, celosas, les resulta difícil el pedir ayuda, no admiten tener problemas enmascarándolo siendo demasiado optimistas, vivaces y dinámicos. Es muy importante el orden.

Dificultad para recibir, ya que considera injusto recibir menos que los menos, pero más injusto aún recibir más que los demás. Puede ser explosivo.

La emoción que los puede inundar es la ira y su mayor temor la frialdad.

¿Cuándo alimentamos nuestra herida de la injusticia?

Cuando estamos siendo muy exigentes con nosotros mismos. Muy autocríticos.

Cuando no respetamos nuestro límites y vivimos bajo el stress.

Cuando marcamos nuestros errores y no podemos ver nuestras habilidades.



Tras leer esta corta definición y rasgos característicos de las heridas puedes que hayas descubierto información importante sobre ti, y sobre tus seres queridos, lo cual te ayudará a comprenderte y comprender de mejor manera y así poder practicar la auto-bondad y la tolerancia hacia los demás.

Generalmente reproducimos inconscientemente las mismas heridas de nuestros progenitores… Las heridas no pueden sanarse hasta que nos perdonemos y perdonemos a nuestros padres y a todos aquellas personas o situaciones que nos han hecho revivir esta herida.


La Herramienta: La Meditación

Por ello te invito a realizar esta meditación guiada, un viaje reflexivo a través de las 5 heridas emocionales de nuestra alma, para sanar, aceptar y poder seguir adelante más ligeros, con una nueva perspectiva.

La aceptación, el amor incondicional son el camino.

Te recomiendo que al finalizar el proceso escribas sobre lo revivido... y recuerda que siempre la practica hace al maestro... que somos como cebollas, la primera vez que realices la meditación te llevará a esa situación pasada, quizás más cercana, te invito a que no sólo te quedes con ello.

Cuando te sientas preparadx, realízala nuevamente, seguro te llevará a lugares nuevos... y así, paso a paso, poco a poco podrás ir destejiendo el camino y llegar al origen.

Espero la disfrutes!



Bonito día, Bonita Vida!

Bendiciones y Namasté


PD: Todo este artículo se basó en el libro “Las 5 heridas que impiden ser uno mismo” de Lise Bourbeau. Te recomiendo la lectura completa del mismo para un mayor conocimiento.

Así como también este artículo solo es la punta les iceberg, si deseas trabajar a fondo en las heridas te recomiendo que consultes con un profesional cualificado.

Comentarios


bottom of page